La crónica del día amanece minutos después de la clausura de la penúltima práctica de Atlético. El asado en el complejo era toda una novedad, aunque no tan fuerte como la que el capitán y otro actor escondían detrás de un atuendo formal, casi de oficina.
A las 14, a Diego Barrado y al juvenil Juan Pablo Sale les esperaba una final contra los libros. Les esperaba una exposición de negocios cuyo premio era el diploma de graduado del secundario. Todo un momento especial para los dos volantes centrales.
Y si en un partido la cosa a veces se complica, en este escenario donde tres profesores indagaban a los responsables de “Todo Miga S.R.L”, la empresa virtual de sándwiches de miga de Barrado y Sale, el asunto iba sobre rieles. Por una autopista.
¿Cómo surge este proyecto?, consultaron los académicos. Sin dar demasiados rodeos, Sale, reconocido por él mismo como un rústico a la par de Barrado (“yo pateo tobillos, Diego, en cambio, patea al arco”), responde como si hubiera nacido para los negocios.
“Hicimos un estudio de mercado, consultamos en varias empresas de catering y vimos que era una buena opción ofrecer nuestros servicios a salones de fiesta, al público en nuestro local comercial en Lules, y a la gente, vía internet”. No se le movía un pelo al nene de 18 años. Barrado también era una piedra, absorbía las sonrisas de aprobación como una bolsa de boxeo las piñas de un boxeador endiablado.
“La inversión fue de $ 4.000. Según nuestros cálculos, en dos meses estaríamos recuperando el capital”, aportaba el capitán mientras en sintonía sus jueces abrían el sendero de la victoria indeclinable de los estudiantes.
Preguntas más, preguntas menos, la dupla Barrado-Sale terminó recibiendo el aplauso del resto de sus compañeros. Misión cumplida, prueba superada. “Rescato el valor humano y la predisposición de los profesores, que en realidad fueron maestros, porque no sólo nos enseñaron, también nos guiaron”, agradecía Barrado ya con el aprobado congelado y su diploma en el horno.
Sale no se quedó atrás. Su felicidad estaba a la altura de su ídolo, que no paró de bromear. “La idea fue de Juan pero no sabés cómo estuve yo anoche (por el miércoles): hasta las 3 AM haciendo los sanguchitos para la presentación, je”. Mentira. Los compró envasados. “Sí, en distintos lugares, fijate el color de las bandejas, ja”. Y si Barrado tiene la carrera hecha a esta altura del campeonato, Sale no. Intenta volar. “Logré algo muy importante, pero sigo adelante. Además del fútbol este año empecé a estudiar Ciencias Económicas. Estoy feliz ahora que podré presentar el diploma. Será difícil seguir el ritmo pero lo voy a lograr”, prometía el chiquilín antes de despedirse. A las 16.30 jugaba en All Boys con el equipo de la Liga.
Un tanto más relajado, el “Pensador”, quien además tiene título de técnico certificado, se soltó. “Esta era una meta que antes no había podido cruzar. No fue fácil asistir a clases o cumplir con las virtuales por internet. Creo que lo mejor que hay en la vida es dar el ejemplo haciendo y no hablando. Mi viejo siempre me inculcó eso”, explicaba Barrado, el espejo de sus hijos, Agostina, Jazmín y Julián, el tucumanito, como le gusta llamarlo. Si de contención se trata, Nadia, su esposa, se llevó la mayor porción del elogio. “Una fenómeno. Me ayudó en todo. Ella egresó también conmigo”.
¿Se hará realidad “Todo Miga”? “No, era un proyecto que nos habían pedido... aunque está bueno”, se sincera Diego, y luego medita... “Para los cumpleaños, en el club venden empanadas. pero, imaginate si yo meto los de miga. ¡Gano seguro! Ja, ja, ja”.